Pasado y presente: de Aztlán a Nueva York
Antes de la llegada de los conquistadores españoles a tierras mesoamericanas algunos extraños presagios ya habían dado noticia de ellos: cometas, rayos, incendios, ídolos que transmiten funestos mensajes, demonios que advierten de la inminente tragedia, hombres de dos cabezas, personas que hablan en estado de trance, raros ejemplares de aves multicolores y espejos escondidos en cavernas misteriosas. Así, para entender el catastrófico presente, Moctezuma y sus sacerdotes recurren al pasado para descubrir en él las claves de lo que sucedía. Pero, como escribe Tzvetan Todorov en La conquista de América:
Los presagios de Moctezuma. Vista del cometa.
Todo lleva a creer que los presagios fueron inventados después de los hechos; pero, ¿por qué? [...] En vez de percibir este hecho como un encuentro puramente humano —la llegada de hombres ávidos de oro y de poder— pero, cierto es, inédito, los indios lo integran dentro de una red de relaciones naturales, sociales y sobrenaturales, en la que el acontecimiento pierde de golpe su singularidad: de alguna manera se encuentra domesticado, absorbido en un orden de creencias ya existente. Los aztecas perciben la conquista —es decir, la derrota, y al mismo tiempo la superan mentalmente, inscribiéndola en una historia concebida según sus exigencias [...]: el presente se vuelve inteligible, y al propio tiempo menos inadmisible, en el momento en que podemos verlo ya anunciado en el pasado.(1)
Más allá del hecho de que algunos acontecimientos trascendentes parecen haber sido antecedidos por señales premonitorias que los prefiguran, como si se tratara de tímidos y esporádicos avisos que escapan del futuro para advertirnos ahora, en el presente fugaz, es significativo ver cómo esa suerte de razonamiento mágico pervive en el mundo racional tan caro a Occidente. Un fenómeno similar al de los presagios entre los aztecas, aunque de signo contrario, pudo observarse después de los ataques suicidas a las Torres Gemelas (¡qué lejano parece ya este acontecimiento en el tiempo!), incluyendo ciertos indicios que, vistos a posteriori, podrían haber anunciado la tragedia: las múltiples alusiones cinematográficas a los ataques terroristas e intergalácticos a Estados Unidos, o el disco de los raperos de The Coup [el golpe] que lucía en la portada a los dos cantantes haciendo bromas frente a unas torres gemelas en explosión (este disco fue retirado del mercado, al igual que en varias películas sin estrenarse se eliminaron o sustituyeron las escenas donde aparecían esos imponentes edificios). Si bien podemos calificar de pasivo el razonamiento azteca por cuanto asumía el carácter inexorable de la invasión y la conquista, el de los neoyorquinos y estadunidenses en general no es menos mágico, aunque creado y fomentado por la imaginería cinematográfica y el belicoso discurso oficial que ve en Estados Unidos, desde su fundación, el pueblo más fuerte y justo de la historia. De ahí que no pudieran concebir un acto de odio extremo contra su civilización. Y de ahí también la furiosa respuesta contra Afganistán y la orgullosa reafirmación de su dominio sobre el mundo. El pensamiento mágico de los mesoamericanos les ayudó a sublimar la derrota en función de un pasado que auguraba el futuro escabroso pero ineludible. El pensamiento mágico de los estadunidenses los hizo remontar la mayor tragedia en la historia de su país en aras del
predominio sobre el resto del mundo.
Visto en // Zonezero.com
Más allá del hecho de que algunos acontecimientos trascendentes parecen haber sido antecedidos por señales premonitorias que los prefiguran, como si se tratara de tímidos y esporádicos avisos que escapan del futuro para advertirnos ahora, en el presente fugaz, es significativo ver cómo esa suerte de razonamiento mágico pervive en el mundo racional tan caro a Occidente. Un fenómeno similar al de los presagios entre los aztecas, aunque de signo contrario, pudo observarse después de los ataques suicidas a las Torres Gemelas (¡qué lejano parece ya este acontecimiento en el tiempo!), incluyendo ciertos indicios que, vistos a posteriori, podrían haber anunciado la tragedia: las múltiples alusiones cinematográficas a los ataques terroristas e intergalácticos a Estados Unidos, o el disco de los raperos de The Coup [el golpe] que lucía en la portada a los dos cantantes haciendo bromas frente a unas torres gemelas en explosión (este disco fue retirado del mercado, al igual que en varias películas sin estrenarse se eliminaron o sustituyeron las escenas donde aparecían esos imponentes edificios). Si bien podemos calificar de pasivo el razonamiento azteca por cuanto asumía el carácter inexorable de la invasión y la conquista, el de los neoyorquinos y estadunidenses en general no es menos mágico, aunque creado y fomentado por la imaginería cinematográfica y el belicoso discurso oficial que ve en Estados Unidos, desde su fundación, el pueblo más fuerte y justo de la historia. De ahí que no pudieran concebir un acto de odio extremo contra su civilización. Y de ahí también la furiosa respuesta contra Afganistán y la orgullosa reafirmación de su dominio sobre el mundo. El pensamiento mágico de los mesoamericanos les ayudó a sublimar la derrota en función de un pasado que auguraba el futuro escabroso pero ineludible. El pensamiento mágico de los estadunidenses los hizo remontar la mayor tragedia en la historia de su país en aras del
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